“El burnout y la fatiga por compasión están empezando a ser algo habitual y preocupante en nuestra profesión”
06/06/2024Alex Arce Sanz, propietario de la Clínica Veterinaria Miengo Rock ‘n’ Pets
F. Martínez
La profesión veterinaria, al igual que otras relacionadas con la salud y la ayuda a terceros, está relacionada con altos niveles de estrés. De hecho, en varios estudios en el Reino Unido se ha determinado que los veterinarios tienen un mayor riesgo de suicidio comparado con la población general. Así que Alex Arce, a cargo de la Clínica Veterinaria Miengo Rock ‘n’ Petsdesde hace 15 años, se ha hecho eco de dos conceptos que tienen que ver con ese alto nivel de presión que soportan los veterinarios y que, según estudios efectuados por diferentes entidades, está por encima de otras profesiones como la medicina y la enseñanza.
Uno responde al vocablo inglés de burnout o síndrome del trabajador quemado, que se caracteriza por cambios de carácter, sensación de ineficacia, cansancio, etcétera, y el otro concepto es la fatiga por compasión, que se visualiza por un estado de desapego con la actividad que se desarrolla, de hastío y también de cansancio físico y emocional derivado de un exceso de empatía con el animal al que se está tratando de una enfermedad o dolencia y/o con la persona responsable del mismo.
El veterinario de Miengo explica que tanto el burnout como la fatiga a veces se confunden y son síntomas de que algo no funciona bien en nuestra sique a causa de una serie de factores que van desde la exigencia de una respuesta inmediata por parte del profesional veterinario, las largas jornadas de trabajo, el hecho de tener que dar malas noticias hasta la poca recompensa económica, entre otros factores.
La exigencia llega a ser tremenda dice Alex y lo cuenta en primera persona: “Muchas veces viene a mi consulta de Miengo el dueño con su animal y me reclama una inmediatez que no se pide en otras profesiones Y el animal es un ser vivo que como tal tiene también sus plazos de recuperación, de mejora o recaída, como en cualquier enfermedad o dolencia. A veces esto no lo comprende la gente. En otros casos, son llamadas a horas intempestivas para decirte que pasarán por la mañana a la consulta o acudir sin cita previa cuando el caso no es verdaderamente urgente”.
Alex explica que la fatiga por compasión es un problema con síntomas similares al burnout y que es la impotencia que soporta el veterinario cuando, por ejemplo, al cachorro que ha visto nacer y crecer y que ha cuidado y vacunado, tiene un día que proporcionarle la eutanasia. “Todo eso conlleva un estrés que te va quemando”.
La responsabilidad de la vida y la muerte del animal, los dilemas éticos como probar un protocolo con bajas probabilidades en un enfermo de cáncer terminal o sugerir al cliente la eutanasia, el a veces agotador trato con el responsable del animal y comprometerse demasiado con clientes y animales dedicando largas horas de trabajo, son evidentes factores de riesgo.
En este sentido Alex señala que el estudio realizado en España por Vetbonds, Proyecto calidad de vida profesional AVEPA-Vetbonds, reveló que cerca del 50 % de los 1.242 veterinarios y profesionales de la veterinaria participantes mostraron signos de ansiedad y dos de cada diez consideraban abandonar la profesión en los próximos 12 meses. Este alarmante panorama subraya la necesidad de iniciativas concretas para abordar el burnout y la fatiga por compasión que afectan a muchos veterinarios clínicos.
Más datos: según el estudio que efectuó laAsociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA), el 30% de los entrevistados para ese informe habían sufrido o sufrían burnout. Las soluciones a este problema también las aportan los estudios de la citada asociación. Pasan por aumentar la resiliencia individual, fomentar el apoyo profesional, aprender a autoreconocer signos de ansiedad hasta buscar medios o formas de desconectar. Alex lo tiene claro porque reconoce que él sufre de esta problemática: “En mi caso mi vía de escape es la música, me gusta el rock y tocar la guitarra”.
Alex lleva desempeñando su oficio de veterinario en Miengo desde hace 15 años aunque en el local de la calle Villanosa, nº 67, en la plaza del Ayuntamiento, lo ejerce desde el año 2015. Su abuelo, Benjamín Arce, también ejerció de veterinario en la zona. El teléfono para una cita previa es: 639 72 40 89. Sus especialidades son la medicina felina y la dermatología.